Calendario: Julio Cesar reformó el calendario lunar por uno basado en el sol, derivado del calendario egipcio, el cual pasó a llamarse calendario Juliano. Siglos después el Papa Gregorio XIII le hizo algunas modificaciones y es el mismo que ocupamos hasta hoy. El año se fija en 365,25 días, se divide en doce meses de 30 o 31 días con excepción del mes de febrero que cuenta sólo con 28 días. El cuarto de día se toma en cuenta cada 4 años mediante la intercalación de un día suplementario en febrero, llamado bis sextus dies ante calendas martii (el segundo sexto día antes de las calendas de marzo), de donde se sacó el término “año bisiesto”. Además se distinguió entre días nefastos (festivos) y días fastos (laborales). La Iglesia adopta el Calendario Juliano, numerando los años a partir del nacimiento de Cristo.
Cemento o Muro Cementicio: Era conocido por los griegos, pero fueron los romanos los primeros en utilizarlo en las grandes construcciones.
Perfume: Al final de la República y primeros siglos del imperio Roma se convirtió en una ciudad rica y próspera que conoció el “boom” de la cosmética y la perfumería, tanto a lo largo de su extensión geográfica que la hizo llegar hasta los confines del imperio, fue por la intensidad del consumo que se popularizó entre todas las capas sociales. El uso de perfumes y ungüentos se convirtió en abuso y exageración.
Técnicas quirúrgicas en la Medicina: Los romanos dejaron conocimientos científicos como la medicina quienes la adquirieron de los griegos y crearon su propia escuela médica en Roma. El médico de origen griego, pero que vivió entre los romanos hacia el siglo II, Galeno, escribió varios tratados de medicina y sentó las bases del conocimiento médico ante las enfermedades. A diferencia de los médicos anteriores que atribuían las enfermedades a supersticiones y creencias religiosas, Galeno estudiaba los síntomas del enfermo para determinar cuál era el órgano dañado y deducir con ello la causa de la enfermedad y su posible remedio. Los mejores doctores romanos eran llamados “medicus” y ellos usaban técnicas quirúrgicas avanzadas al tratar heridas de soldados.
Cristianismo: La religión cristiana, se constituyó y consolidó en tiempos del Imperio Romano, surgiendo en una de las provincias más periféricas e inhóspitas de él. El emperador Constantino se convirtió personalmente a la fe cristiana. El Imperio gozó del espíritu tolerante de esta religión, su filosofía de vida, el respeto por el prójimo, sus ideas de hermandad, caridad y toda la carga valórica propia, con el tiempo y de manera paulatina se incorporaron a la forma del “ser romano”. El cristianismo se organiza primero en Iglesias independientes, unidas por el sentimiento de fraternidad, luego, se insertó definitivamente al mundo romano en el siglo IV d.C. y así, finalmente, generó una Iglesia Católica, es decir, universal y romana.
Creencias o supersticiones: En el imperio hubo un auge, una difusión de la superstición en todas las clases sociales. Se consulta a los astrólogos sobre el destino, los magos poseen inmensa clientela y ellos tienen recetas para alejar a los malos espíritus y para dirigirlos contra un enemigo. Después hubo un declive con la llegada del cristianismo y la Iglesia tomó estas prácticas como paganas, herejes. En la actualidad se han retomado estas prácticas.
Culto Imperial: Fue incentivado por el gobierno de oriente donde era natural honrar y adorar a los soberanos. Una muestra de esto es que se hizo grabar en las monedas personajes importantes como las imágenes de los emperadores.
La arquitectura romana se caracteriza por ser grandiosa y monumental, las técnicas arquitectónicas eran procedentes de Gracia y Etruria, utilizando mucho el mármol. Las obras romanas se extendieron por todas las provincias del imperio. Actualmente solo se tienen dos fuentes sobre la arquitectura romana que son las ruinas que quedan en pie y un tratado del arquitecto Vitrubio, sin embargo se puede aprender mucho del arte y de la arquitectura romana. Este tratado se conoce desde la Edad Media, pero no fue utilizado como obra de consulta por los arquitectos hasta 1414, posteriormente hubo nuevas ediciones y la última fue en 1909.
Ciudad: Las ciudades romanas presentaban un perfecto plano urbanístico, estructurado a partir de un trazo de calles rectas que se cruzaban perpendicularmente. El modelo urbano de Roma se impuso en todos los lugares que comprendían el Imperio, con foros, arcos de triunfo, termas, acueductos, templos, etc.
Vías Romanas: Tenían una función estratégica y administrativa más que económica, muchas de las cuales aún existen y son auténticas obras de arte.
Acueducto: Los acueductos, que se construyeron en todo el Imperio, dejan en el paisaje la impronta de Roma. Eran una especie de grandes puentes con columnas de piedra y arcos, destinados a transportar agua a las ciudades. Estos acueductos eran tan sólidos y perfectos que aún se encuentran en uso, como por ejemplo los acueductos de España construidos en tiempos del emperador Augusto.
Arcos de Triunfo: Es una gran puerta de piedra con relieves que nos muestra una vez más el poder y la mentalidad romana, ya que conmemoraban las victorias militares. El arco de Triunfo fue copiado por varios países europeos como son algunas obras del siglo XX, el Monumento a los Desaparecidos del Somme en Thiepval y la Catedral Católica de Liverpool se deben al Arco del Triunfo.
Basílica: Era un espacio abierto utilizado como Palacio de Justicia y centro de comercio. La Basílicas actuales son las más grandes construcciones de la Iglesia Católica.
Circo: Eran lugares destinados a las carreras de carros (cuádrigas).
Anfiteatro: Su origen se remonta a la época de Julio Cesar y corresponde en realidad a un doble teatro, en ellos se realizaban las luchas de gladiadores y luchas con fieras. El Coliseo o Anfiteatro Flavio es el más extraordinario de los Anfiteatros romanos.
Foro: Plaza pública rodeada de pórticos, era el centro de la vida económica y política de la ciudad.
Baños Públicos: También conocidos como termas, eran grandes edificios de carácter público con aposentos para baños fríos o frigidarium, baños templados o tepidarium y calientes o caldarium, además incluían amplios lugares de entretenimiento como bibliotecas, salas de reunión, jardines, salas de masajes y gimnasios.
El idioma común, el latín, sirvió como vehículo y facilitó las relaciones comerciales y el progreso individual de la población indígena. Fue un factor esencial en la expansión de la cultura latina. En parte del Imperio (zona oriental) convivió con el griego, de tal forma que su población era bilingüe. En los territorios pertenecientes a Hispania, el latín era la lengua comúnmente hablada, junto con la lengua autóctona de cada zona. Había, no obstante, una aristocracia provincial que aprendía y hablaba el griego como segunda lengua, con el fin de acceder al enorme legado cultural helénico. Se documenta que ya en el siglo II d.C. el latín, lengua oficial impuesta por Roma, se había consolidado en todas las instancias de la sociedad de Hispania.
El arte romano se puede apreciar sobre todo mediante las esculturas, que destacan por el dominio de la técnica del retrato, y que fueron base de la inspiración de muchos artistas de épocas posteriores, en su mayoría de los artistas del Renacimiento, tanto escultores como pintores. El arte del Renacimiento fue influido hasta el punto de que fueron reconstruidas y/o copiadas multitud de imágenes y estatuas.
La mejor expresión del legado romano es el arte Románico que predomina en Europa entre los siglos XI, XII y XIII, la arquitectura es su manifestación más característica.
El ejército fue un factor decisivo en la difusión de la cultura romana. El contacto de los soldados con la población indígena sirvió para difundir la lengua y la civilización de Roma. Además algunos campamentos permanentes se fueron consolidando llegando, en ocasiones, a transformarse en núcleos urbanos que, con el tiempo, fueron verdaderas ciudades que fueron adquiriendo rápidamente las costumbres romanas. Un ejemplo de ello podrían considerarse las ciudades británicas cuyo nombre actual termina en -chester, -cester o caster, sufijo derivado del sustantivo castra (campamento en latín), o la propia ciudad de León, en su origen, campamento estable de la legio (de ahí proviene su nombre) VII.
Economía: La industria artesanal y la minería eran importantes para la economía del Imperio. Las guerras de conquista fueron el trampolín por el cual Roma saltó de una economía agraria a una economía mercantil, es decir, el comercio es el sistema imperante, económicamente hablando. Muchos países hoy en día utilizan el comercio como una gran fuente de ingresos. Roma además inició el pago obligatorio de impuestos a las provincias romanas.
Política: Uno de los legados es la división del poder en distintas instituciones políticas como el Senado, para una mejor administración del gobierno, “divide et impera”.
Derecho romano: No se pude negar la influencia del Derecho romano en Europa, ya que constituye uno de los aspectos más importantes del legado de Roma, la codificación de Justiniano. Las leyes romanas constituyeron las bases del desarrollo en las leyes de los Estados modernos, del mundo Contemporáneo. Las primeras leyes escritas se encuentran en un código llamado de las “Doce Tablas”. A estas leyes se agregaron muchas otras con el tiempo. En el Derecho romano se distingue lo siguiente:
El Derecho Político: Regulaba las relaciones entre el Estado y los ciudadanos.
El Derecho Privado: Normaba las relaciones entre ciudadanos.
El Derecho de Gente o Internacional: Establecía las relaciones entre los distintos pueblos.
De forma progresiva e irregular, es decir, manteniendo privilegios y acuerdos distintos con las diferentes poblaciones conquistadas, Roma fue extendiendo por todo el territorio dominado su organización administrativa y legal. Así, el corpus jurídico romano sobrevivió a la caída del Imperio Romano, de forma que podríamos decir que una gran parte de Europa mantiene aún hoy día las pautas jurídicas de Roma.
Dentro del código jurídico, mención aparte tendría el derecho de ciudadanía. Sirvió como factor de asimilación importante, en un principio, de las élites de los pueblos conquistados, posteriormente, del resto de ciudadanos. Debido a los beneficios que se obtenían con la ciudadanía, este derecho era una aspiración de los ciudadanos de la provincia. La concesión fue muy irregular y lenta: Vespasiano (emperador entre el 69 y el 79 d.C) concedió el ius Latii minus, que permitía a los gobernantes de los municipios indígenas obtener la ciudadanía pra ellos y sus descendientes; Caracalla (212 d.C.) lo extendió finalmente a todos los ciudadanos del Imperio.
La expresión "Derecho romano" designa el ordenamiento jurídico que rigió a los ciudadanos de Roma y, con posterioridad, de aquellos instalados en distintos sectores de su Imperio, en un espectro histórico cuyo punto de partida se sitúa a la par de la fundación de Roma (c. 753 a. C.) y que se extiende hasta mediados del siglo VI d. C., época en que tiene lugar la labor compiladora del emperador Justiniano I, el conocido desde el Renacimiento como Corpus Iuris Civilis.
El redescubrimiento de los textos justinianos en época bajomedieval ha permitido a algunos autores hablar también de "Derecho romano postclásico".
Si bien la expresión "Derecho romano" hace referencia fundamentalmente al derecho privado, lo cierto es que otros aspectos, tales como el derecho penal, el público, el administrativo, caben dentro de la denominación.
En la actualidad, el Derecho romano es objeto de estudio de una disciplina jurídica internacional, la romanística, cuya sede son las facultades de Derecho de todo el mundo.
En virtud de este carácter internacional, el Derecho romano se cultiva en varios idiomas, principalmente italiano ("lingua franca" de la romanística), seguido por el alemán y el español. Hasta la mitad del siglo XX hubo importantes contribuciones en francés, pero en la actualidad esta situación ha variado a la baja; el inglés es un idioma de uso minoritario en el cultivo de la disciplina, aunque se acepta como idioma científico en la mayoría de las publicaciones. El español se consolidó como idioma científico en esta disciplina a partir de la segunda mitad del siglo XX, gracias a la altura científica que alcanzó la romanística española, comandada por Álvaro d'Ors y continuada por sus discípulos.
La definición del Derecho romano se comprende mejor si se construye a partir de la comprensión de sus nociones fundamentales y de su sistema de fuentes. Sin embargo, éstas no permanecen idénticas en el transcurso de la historia del Derecho romano, sino que varían tanto en su número, como en su valor dentro del sistema de fuentes mismo. Es este sistema el que provee de nociones clave para entender lo que en Roma se entiende por derecho.
Con todo, es posible adelantar que la expresión ius es la que se utiliza para señalar al derecho. Esta expresión se opone a la de fas, que designa a la voluntad divina. Esta clara delimitación entre derecho y religión es patente en testimonios que datan desde el s.III a. C., pero ello no es válido para los primeros tiempos. A su vez, la expresión ius servirá para la identificación de diversas categorías del mismo, tales como ius civile, ius naturale, ius honorarium, o ius gentium, por nombrar algunas de las más relevantes.
Transmisión de Textos: Se centra en la circulación e textos antiguos antes de la invención de la imprenta. Actualmente, se considera que las obras escritas en la Antigua Roma, independiente del campo cultivado, cada manuscrito es único e inigualable. La mayoría de los escritores medievales elogiaban a Roma y a sus héroes.
Literatura: A imitación de la literatura griega surgió una literatura latina y los romanos adquirieron conocimientos sobre la filosofía. Virgilio, conocido como “El poeta”, fue el poeta latino de mayor influencia e inspirador de Shakespeare. El legado de Ovidio y Horacio fue principalmente en el Renacimiento y sus obras tuvieron influencia sobre la literatura inglesa. La Eneida, La Epopeya, inspirada en la Iliada y la Odisea constituye el mayor triunfo de la lengua latina.
Filosofía: La filosofía griega penetró en los círculos romanos cultos, pero más tarde, cuando el cristianismo estaba universalizado, la filosofía se subordinó a la teología, la llamada escolástica durante la Edad Media.
Teatro: En la Edad Media, las sociedades cristianas e islámicas estaban convencidas que los manuscritos de dramaturgos como Plauto y Terencio, no podían ser representaos literalmente, pero se equivocaban, y por fin, el teatro europeo occidental quedó íntimamente ligado a los contextos latinos, naciendo un gran interés por sus predecesores griegos.
Retórica: Es el estudio y control del poder que ejercen las palabras en la sociedad, así como el arte de hablar en público, considerado por los griegos. La retórica ha sobrevivido desde la antigüedad hasta la Época Moderna.
Lengua: Aunque se suele decir que el latín es una lengua muerta, eso no implica extinción, sino estabilidad y se puede afirmar que sigue vivo en las leguas romance (italiano, francés, portugués, castellano y rumano). El latín fue la lengua usada hasta el siglo XIII en la Europa occidental para el ritual religioso y el debate intelectual.
Física: Otra de las fuentes importantes de conocimiento fue el estudio de la física, aplicada a la ingeniería.
Los manuscritos de los antiguos autores, conservados y copiados, transmitieron a los siglos posteriores el pensamiento antiguo. Así la tradición cultural grecorromana jamás se perdió completamente, el Renacimiento se vio inspirado de esta cultura.
La romanización, como cualquier proceso de culturización de un territorio, se desarrolla en fases, en este caso, en dos:
La conquista militar. En el caso de la mayor parte del territorio de la actual Andalucía, el desembarco romano y la conquista se produjo como consecuencia de la Segunda Guerra Púnica (finales del siglo III a.C., comienzos del siglo II a.C.). En el resto de la Península se prolongó hasta finales del siglo I a.C. Se suele distinguir tres periodos:
1. Desde el 218 hasta el 197 a.C. Este periodo se inicia con el desembarco romano y concluye con la "Segunda Guerra Púnica" y el consiguiente dominio de la zona costera mediterránea de la Península.
2. Desde el 197 a.C. hasta el 29 a.C. Tras la "Segunda Guerra Púnica". Se inicia la conquista de los pueblos de la meseta y del interior. Por el descontento con el pueblo romano, que en buena parte se dedica a la explotación de los recursos mineros de la Península, se producen levantamientos. Podemos destacar la "Guerra Lusitana" y la "Guerra Celtibérica". A partir del 133 a.C., excepto alguna expedición de los ejércitos romanos al Norte de Portugal y a Galicia, los conflictos bélicos, que se producen en este periodo, se encuadran dentro de las guerras civiles de Roma.
3. Desde el 29 a.C. hasta el 19 a.C. Augusto, decidido a acabar con las frecuentes incursiones en la meseta de pueblos de la franja cantábrica, ataca a sus territorios (toda la franja cantábrica), terminando con ello la conquista de la Península.
Tras la conquista de cada zona de la Península, se inicia un proceso de extensión de la cultura romana. En la península ibérica, la adopción de las costumbres de Roma fue muy intensa y relativamente rápida, de forma que podríamos decir que, en el siglo I d.C., la adaptación era ya completa.
El mayor legado entregado por Roma fue, y es hasta nuestros días, la difusión de la civilización que recibió de Grecia, es decir, la romanización.
La cultura griega transformó progresivamente las costumbres de los romanos hasta tal punto que la fusión de estas dos civilizaciones llegó a llamarse cultura grecorromana o grecolatina.
Roma sometió a los pueblos conquistados a sus leyes, creando una unidad política, y en ella se impuso su cultura, asimilando también las otras, lo que favoreció ampliamente la difusión tanto de su lengua como de su religión, el cristianismo, factor cultural decisivo en el desarrollo posterior del hombre y de la humanidad, transformándose en modelo para muchas generaciones.